Un proyecto enriquecedor, con un equipo maravilloso! De Taitas y De Mamas ha sido nominado en los Latin Grammy Awards. Felicitaciones al increíble equipo De Taitas y de Mamas, por su pasión y compromiso con el proyecto: Ivis Flies y Mariana Pizarro Pepe Avilés, Rafael Barriga, Martina Avilés, Jeronimo Silveti, Carlos Idrovo, Pablo Gordillo, Jayron Flores, Mateo Kingman Lindberg Valencia, Hugo Quiñonez, Abelardo Tucumbí, Carlos Quinto Cedeño
miércoles, 29 de mayo de 2013
NATIONAL MOTH WEEK!!!
lunes, 7 de noviembre de 2011
viernes, 11 de marzo de 2011
artefactos voladores / flying objects
Ecuador como escenario industrial de diseño aplicado ha iniciado su crecimiento hace unos años. Aplicar pachanga y posicionarlo como gráfica local, con identidad, concepto y capáz de trascender las tendencias globales siempre fueron uno de los objetivos de este proyecto. En el año 2008 cuando el calendario pachanga llegó, mucha gente preguntó por productos. 2010 fue el año de los artefactos voladores.
La galería de arte Patricia Meier en Guayaquil me invitó a exponer Pachanga y decidí experimentar con varios materiales en los que podía reproducir algunos objetos.
En la actualidad, me encuentro desarrollando varios productos para un show room en Quito a mediados del 2011.
Ecuador as a applied design industry scenario, has started growing few years ago. Applied Pachanga and show it as a graphic local identity, with a concept and capable of transcend the global tendencies, it was always a goal. In 2008 when Pachanga's calendar appeared lots of people asked me for products. 2010 was the year of the flying objects.
Patricia Meier's art gallery at Guayaquil, invited me to show Pachanga, so i decided to experiment with a few materials.
martes, 8 de febrero de 2011
La historia detrás de PACHANGA / The story behind PACHANGA
LA NOCHE Y LA LUZ / LIGHT AND NIGHT
Las polillas son seres nocturnos que habitan en los bosques nublados, bosques subtropicales y bosques tropicales. La mayoría de polillas documentadas en este documento provienen de los bosques de la Ruta Verde, del nor-occidente de Quito, capital de Ecuador, zona reconocida mundialmente por ser una de las más abundantes en biodiversidad por lo cual es importante su conservación.
©murray cooper |
Las polillas son seres nocturnos que habitan en los bosques nublados, bosques subtropicales y bosques tropicales. La mayoría de polillas documentadas en este documento provienen de los bosques de la Ruta Verde, del nor-occidente de Quito, capital de Ecuador, zona reconocida mundialmente por ser una de las más abundantes en biodiversidad por lo cual es importante su conservación.
Estos insectos alados, fascinantes y misteriosos, que salen únicamente en la ausencia de la luna, son invitadas por los destellos de luz blanca de los focos de las casas, hosterías, gasolineras, de las zonas pobladas. Es ahí donde el ojo humano las puede apreciar revoloteando junto a los faros o posadas sobre metal, piedra, cemento, tierra o madera y esto hace muy interesante el contraste entre su belleza natural y la urbanidad.
A pesar de que pasan desapercibidas para muchos, y otros les temen por ser sinónimo de plaga, lo que llamó mi atención fue la infinita variedad de diseños, desde minimalistas hasta complejos bordados de forma y color, lo cual convierte a este documento en una fuente de inspiración para el diseño aplicado.
Moths are nocturnal creatures that live in the tropical, sub-tropical and cloud forests. Those featured in the book all come from the forests along the route known as the Ruta Verde (Green Route), about two hours’ drive to the northwest of the Ecuadorian capital Quito on the Equator. This region is world-renowned as one of the Earth’s biodiversity hotspots.
These fascinating and mysterious winged insects only appear in the absence of the moon, unable to resist the invitation of the bright lights of nearby houses, inns, petrol stations, etc. of populated areas. Here, the human eye can appreciate their true splendor as they spiral and swoop around the lights, settling on metal, stone, cement, earth or wood to rest, providing an even greater contrast between their natural beauty and their urban surroundings.
Despite passing virtually unnoticed by most people, while others still fear them as pests, what caught my attention was the infinite variety of designs the moths boast. These range from the minimalist to intricate embroideries of form and colour, making this document a source of inspiration for applied design
LAS DAMAS DE LA NOCHE / LADIES OF THE NIGHT
Por Matías Cortese
Una polilla irrumpe con su errático y despreocupado aleteo en una conversación y casi siempre hay alguien que se saca el zapato para despanzurrarla o para sugerir a los más valientes, con un tono de urgencia, la orden perentoria:
«Mátala».
Es verdad que las polillas son casi todas nocturnas y, en consecuencia, no las asociamos con flores y prados como a las mariposas. Son peludas, gruesas y pardas. También es cierto que muchas son consideradas plagas, devoradoras de cultivos y fibras textiles. Estos son los hechos aceptados que contribuyen a construir el sentimiento de desprecio y temor que fácilmente las transforma en manchas aplastadas en la pared o envoltorios de servilletas meticulosamente sellados. Las personas que las aman, como Belén Mena, son bichos raros.
Al mismo tiempo, también es cierto que las polillas del género Bómbix son productoras de unos 130 millones de kilogramos de fibras de seda cada año, y como tales son el eje de la tradición de elaboración de este fascinante producto. Pero estas no son noticia, apenas recordatorios. La noticia para muchos puede ser la tesis que sostiene la autora de esta publicación: las polillas no son solo incomprendidas, sino también descaradamente bellas, exóticamente sofisticadas, deslumbrantes y elegantes. Las polillas, con su vocación exhibicionista de estrellarse contra los bombillos encendidos, son damas de la noche que se saben hermosas y permanecen desafiantes ante el mito de su fealdad.
La mayor parte de la información que procesamos y almacenamos en el cerebro es de origen visual; lo cual hace suponer que hemos tenido tiempo y ojos suficientes para fijar la vista en todas las direcciones posibles. Sería justo pensar que, por satisfacer la sed de información visual que hace a la televisión tan popular, hemos devorado todo lo que el mundo tiene para ofrecernos en materia de imágenes. En realidad hemos repartido nuestro interés de forma desigual. Al parecer hemos privilegiado el estudio y registro de los objetos que llamamos bellos a primera vista o que, por los usos de nuestro contexto histórico cultural, guardan un potencial simbólico o un contenido práctico evidente.
Por ejemplo, se puede buscar en Internet la palabra ballena y en 0,13 segundos aparecen más de once millones de imágenes, muchas de las cuales no son fotos, sino ilustraciones, símbolos o dibujos. Millones de actos conscientes de observación y un número igual de oportunidades de aprender algo nuevo o de formular un comentario o una observación.
¿Por qué entonces cuando se pone la palabra polilla el número baja radicalmente a 810? Más allá de que no hay muchos antecedentes de héroes mitológicos, bíblicos o infantiles que hayan sido atrapados en la panza de una polilla, ¿qué tienen las ballenas que no tengan las polillas?
Se diría que, para el común de las personas, las polillas no tienen carisma. De hecho, si no fuera por los estudiosos y los amantes de las rarezas del mundo natural, los murciélagos seguirían siendo considerados criaturas diabólicas, los tiburones asesinos despiadados y las arañas monstruos silenciosos de la oscuridad, con el problema adicional de que las polillas no personifican tampoco el rol de villanos desatacados como los antes mencionados.
Afortunadamente, queda mucho por explorar. Podríamos ir más lejos para afirmar que cada vez que investigamos algo, el sujeto de nuestra investigación cambia, el observador lo afecta, o sea que mientras mirar no sea una práctica accesoria de la supervivencia, siempre tendremos novedades.
Para algunos científicos, las rebuscadas decoraciones que distinguen a algunos seres vivos son lenguajes visuales que persiguen camuflar, levantar advertencias o motivar atracciones para asegurar la supervivencia de estas especies. Desde esta perspectiva, el color y la forma son principalmente una herramienta. Los diseñadores, los poetas y en general los artistas siempre han despertado suspicacias sobre estas conclusiones. Lo que nos emociona sirve al espíritu del observador, por eso sería largo e insuficiente tratar de explicar la utilidad de los diseños que se exponen acá, tan solo como conclusiones de la admiración. Las cosas bellas, por si acaso también son útiles, a veces sin quererlo.
A final de cuentas, reprimir el impulso de matar una polilla, gracias al desarrollo de una capacidad de apreciación de sus cualidades, es igual que evitar arponear una ballena; ambas sobreviven gracias al combate efectivo de la ignorancia. Un libro que nos permite apreciar en detalle cualquier forma de vida es, al final, una herramienta de los fines conservacionistas. En suma, además de ser una publicación catalogada bajo el tema del diseño, este también es un libro de ecología.
An unhurried and unworried moth wings its way into a conversation. It doesn’t take long for someone to take off their shoe to obliterate it, or to plead of the more courageous, in urgent tones –
Kill it!
Moths are nearly all nocturnal. Therefore we don’t associate them with flowers and fields, as we do butterflies. They’re hairy, big and brown. It’s also true that many moths are considered pests, devourers of crops and munchers of textiles. These accepted preconceptions of fear and scorn lead to the inevitable squashed stains on walls or carefully-folded and sealed napkins. People who love moths, like Belén Mena, are rare creatures indeed.
While moths might well be pests, it’s also true that the moth of the genus Bombix produces some 130 millions kilos of silk fibre in a year. They are the source of one of Man’s oldest and most feted textile traditions. But that’s not really news to many. The real news is Belén Mena’s assertion in this book: moths are not only misunderstood, they are indubitably beautiful, exotically sophisticated, eye-catching and elegant. Moths, with their vocation for crashing into bright light-bulbs at night, are ladies of the night all dressed up with somewhere to go, wonderfully oblivious to the myth of their ugliness.
A large part of the information that we store and process in our brains is visual; which would lead us to believe that we have had time enough and possess good enough eyes to look in every direction and in every which way. One could easily suppose that in order to slake our thirst for the visual information which makes television so popular, we had devoured everything the world has to offer us in the way of images. In fact, we have divided up our interest unfairly. It would seem we have privileged the study and recording of objects which we call beautiful on first sight, or which our historical-cultural context tells us have a symbolic potential or an obvious practical content.
For example, one can search the Internet for the word ‘whale’ and in 0.15 seconds get some 16,000 results, many of which aren’t just photos but illustrations, symbols and drawings: thousands of conscience acts of observation and a similar number of chances for learning something new or for formulating a thought or an observation.
So why then if one searches for ‘moth’ the count shrinks dramatically to 813? Apart from the fact that there aren’t many mythological, biblical or children’s heroes trapped inside a moth’s belly, you can’t help asking “What has a whale got that a moth don’t?”
Some would say that moths lack charisma. And for sure, if it wasn’t for people who study or who love the bizarreness of the natural world, bats would still be considered the same old diabolical creatures, sharks ruthless assassins and spiders silent monsters of the dark. To add insult to injury, moths don’t even personify some fiendish or devilish characteristic, unlike these last creatures.
Fortunately, everything is still to be explored. Every time we investigate something, the subject under investigation changes: the observer affects it in some way. In other words, as long as looking is not related with survival, we will always make new discoveries.
For many scientists, the varied markings of nature which distinguish different species and sexes are visual languages for camouflage, warning or attraction. Colouration or design ensure, in sometimes simple and sometimes elaborate ways, the survival of the species. From this perspective, form and colour are little more than tools. Designers, poets and artists have always doubted these conclusions. Something which evokes an emotional response nourishes the spirit of the observer. For this reason, it would be futile to try to explain the use of all the designs exhibited in this book as mere tools for attraction. Beautiful things are often also unwittingly and fortuitously useful.
At the end of the day, our capacity to appreciate a moth’s qualities means we’re more likely to repress our urge to kill it, just as we are more likely to repress our urge to harpoon a whale for its meat or its oil. Both will survive in the victorious War Against Ignorance. A book which allows us to enjoy any form of life in greater detail is, when all is said and done, one which promotes conservation. So, while this publication will be catalogued under “design” for obvious reasons, it should also be filed under “ecology”.
PASIÓN / PASSION
Mi fascinación por las formas y colores de los insectos viene desde temprana edad. Mi madre siempre me dejó tocarlos y observarlos, tanto es así que a los 10 ya tenía una colección de 5000 arañas y una pequeña colección de mariposas.
Como diseñadora descubrir estos seres nocturnos fue como poner dinamita cargada de imaginación en mi cerebro.
Me apasioné, diría casi que me obsesioné con la idea de conocer todas las que existen.
El bosque se volvió mi segundo hogar, pasaba horas en la noche con mi cámara tratando de capturarlas en el lente; irme a dormir se volvía un suplicio pensando en si talvez dejaba de ver alguna.
Poco a poco fui aprendiendo de ellas, las noches en que se las puede observar mejor, los lugares donde se juntan, las horas más oportunas.., etc.
Mi colección de fotografías, fue creciendo. Casi cada fin de semana salía de la ciudad concentrada en encontrar nuevos diseños que dejen volar mi imaginación. No podía creer cuando llegaba a esta pequeña estación de gasolina y veía miles de ellas pegadas en las paredes, en los tanques, en el suelo o revoloteando al rededor de las luces. Claro, no todo era fácil, en mi aventura de largas jornadas nocturnas, ya casi ninguno de mis amigos o familia quería acompañarme. Era tal mi pasión, para algunos locura, que podía pasar horas observando de cerca a estos alados. Hubo días de mucho frío, lluvia, calor, mosquitos, pero nada me podía detener, los días que no podía ir, me sentía ansiosa, no podía dormir y no quería esperar la siguiente vez para ir a buscarlas.
Entre otras aventuras una noche descubrí que tenía 5 enemigos. 5 grandes gansos que salían de su corral para alimentarse con quienes poco a poco llamé “mis hijas”. Ellos me perseguían furiosos para llegar antes que yo, a comérselas de un bocado, yo los odiaba.
Ya para este tiempo sabía de memoria cuales tenía y ya había documentado, las diferenciaba con nombres como “la leoparda”, “la Carolina Herrera”, “la mascara Africana”, creo que mientras las observan en el libro las pueden reconocer.
Un mañana luego de pasar la noche entera observándolas y sin poder dormir de la emoción, me levanté ya casi amaneciendo, fue cuando descubrí que luego de tanta pachanga las polillas dormían bajo las hojas de los arbustos cercanos a las luces.
Comencé a buscar hoja por hoja, habían miles, dormidas sin moverse, yo las movía y las fotografiaba sobre hojas de colores, telas, y con la luz de la mañana fotografiarlas era mucho menos complicado que en la noche con flash.
No siempre tuve la misma suerte pero este sin duda fue uno de mis mejores días, es por esto que en la muestra encontrarán varias fotos que son tomadas en el día, digo solo varias, porque no deja de encantarme el contraste con el entorno urbano, que hace que se aprecie aun mejor su diseño.
Aunque hubiese querido mostrar todas las que encontré en estos 4 años de investigación, creo que esta es una muestra increíble y variada de los diseños que fueron mis favoritos.
My fascination for the forms and colours of insects began at a very young age. My mother always let me touch and observe them, so that by the age of 10 I already had a collection of spiders 5,000-strong as well as a more modest collection of butterflies.
As a designer, the discovery of moths was like putting a stick of imagino-dynamite inside my brain. I became passionate about these nocturnal creatures. Obsessed. I had to know every last one that might exist out there, somewhere.
The forest became my second home. I would spend hours at night with my camera trying to catch them in the lens. Going to sleep seemed like failure. I couldn’t shake the nagging thought that I just might be missing a species.
Over time, I learnt more about these creatures of the night. I learnt which nights were best to observe them, the best places to find them, the best times, etc.
My collection of photographs, amateur I admit, grew bit by bit. Nearly every weekend I would head out of the city determined to find new designs with which to blow my imagination. It was unbelievable to pull up at a small rural petrol station and find thousands of moths adorning the walls, the tanks, the floor and flying in clouds around the lights. Of course, it wasn’t always easy. It soon became apparent that my friends and family had better things to do than to accompany for hours on jaunts to the forest – at night. My passion – some would say folly – was such that I could spend hours observing these winged beauties close up. I suffered extremes of cold, rain, mosquitoes, heat. You name it. But nothing could hold me back. Sometimes I couldn’t leave town and I would be seized by anxiety, unable to sleep. I couldn’t wait for the next trip.
Among other adventures, I discovered one night that I had five fearful enemies: five big geese, who would come storming out of their pens to feed on what – by this time – had become ‘my girls’. The geese would chase me mercilessly to reach the moths before me, to swallow them in gurgling gulps. I hated them.
By that stage, I could identify many of the moths and knew which ones I had already documented. To differentiate them, I gave them my own names like “The Leopard”, “The Carolina Herrera”, “The African Mask”. Exploring this book, you will no doubt be able to identify a few of the emblematic members of my extended family.
One time, I spent the whole night observing moths at play and couldn’t get to sleep for my excitement. Before dawn, I fell asleep in my car, only to awake some time later to discover that after so much ‘pachanga’ partying the moths were asleep too, but on the underside of the leaves of bushes, shrubs and flowers close to the lights. I began exploring each one, leaf by leaf. There were thousands of them. All asleep, all immobile. I moved the creatures from their beds, and placed them on different backdrops to photograph them. They looked incredible in the morning light resting upon cloth or leaves of myriad different colours.
I wasn’t always as lucky as this. But without doubt, it was one of my best days. Many of the photographs in the book come from that morning and following ones, when the complications of flash photography were obviated. But of course, I have kept many of the night-time shots where the urban contrast is greater, when one can appreciate the moths’ designs even more.
Although I would have loved to have shown all the moths I’ve collected over the last four years of investigation, I think this is still an incredible and varied selection of my favourites. I hope you’ll enjoy them.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)